Los viejos nuevos inscritos del Servel

 
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Los datos son el nuevo petróleo y éste no estaba en la superficie del Servel: la entidad no los daba a conocer con ese nivel de detalle.

La semana pasada, pudimos ver cómo por primera vez en el sitio del Servicio Electoral (Servel) los datos de la elección pasada fueron desglosados entre nuevos y antiguos inscritos, usando como criterio diferenciador entre ambos, la inscripción previa al Plebiscito de 1988 y elecciones de 1990 , y los que se inscribieron automáticamente en 2012.

Digo por primera vez en el sito del Servel, pues en 2015 años, tres de los creadores de DecideChile -el ingeniero industrial Antonio Díaz, la economista Marta Lagos y quien escribe- publicamos el libro “Los Dos Chiles” con Editorial Catalonia, donde nuestra hipótesis fue que entre los votantes chilenos habrían “dos Chiles”, que se han comportado electoralmente de manera diferente desde el retorno a la democracia.

Por un lado, nos enfrentamos a los que se habían inscrito en los registros electorales, principalmente entre 1987 y 1990, y hasta el año 2011, a quienes llamamos “inscritos antiguos” y que votaban más o menos regularmente en todas las elecciones. Por otro lado, estaban los que no se habían inscrito en los registros electorales, a los que llamamos “inscritos nuevos”, y que por defecto son todos los chilenos inscritos automáticamente, a partir de la Ley de Inscripción Automática y Voto Voluntario, promulgada en enero de 2012.

Suena simple, pero no lo fue. Porque los datos son el nuevo petróleo y éste no estaba en la superficie del Servel: la entidad no los daba a conocer con ese nivel de detalle. Entonces nos pusimos a cavar profundo y como no teníamos la fecha de inscripcion de los 13, 5 millones de inscritos , se nos ocurrió usar el padrón. Y lo hicimos: a través de un software que diseñamos especialmente para ello, comparamos los RUT del padrón del 2009 con los del padrón de 2012, si alguno de estos estaba en el padrón del 2009 y también en el de 2012 era un inscrito antiguo, como lo llamamos, y si no estaba en el padron del 2009 y sí en el padron del 2012, lo llamamos inscrito nuevo.

Esa distinción, sumada al análisis de otros datos públicos, nos permitió darnos cuenta que la diferencia entre estos grupos no era sólo al momento de votar: cuentan con distintos niveles de educación, ingreso, edad, distribución por sexo, e, incluso, índice de desigualdad.

Esta misma metodología la usamos para las elecciones de 2017 para analizar los resultados en tiempo real, donde publicamos junto a La Tercera varios artículos con las principales conclusiones. Las que hoy estamos profundizando y plasmando en un nuevo libro.

Felicitamos que hoy el Servel publique datos antiguos, nuevos y agregue fecha de inscripción de los votantes, pero felicitaríamos más aún, que se entreguen los créditos. Dicen que la imitación es la forma más sincera de halago. Nosotros, en cambio, creemos que no hay halago más grande que la cita.

Y como las buenas políticas públicas sólo se consiguen haciendo un buen diagnóstico, invitamos a las instituciones públicas a que liberen el petróleo que hay en sus datos. Pensando en las elecciones municipales del 2020 y presidenciales del 2021, al Servel lo invitamos a publicar datos en línea a medida que salgan los resultados por mesas para las elecciones, mostrar en sus FTPs estos resultados y no sólo los agregados por local de votación.

Y solucionar temas pendientes: hay un problema con el formato, pues de verdad se requiere que el Servel tenga capacidades de programación para procesar los datos. Hay problema de calidad, y sobre todo: hay un problema del tipo de información disponible, lo que impide entender al votante en su cabalidad.

Aunque este es un problema general de muchas bases de datos del Estado, el Servel podria liderar este esfuerzo dentro de la agenda digital que tiene la actual administración.