Es un mito que los jóvenes no votan
Con una participación en aumento permanente y una conciencia renovada de su importancia estratégica, los menores de 30 años son ahora un grupo a conquistar y que no puede ser dejado atrás si se quiere ganar.
“No estoy ni ahí… ni ahí… ni ahí”. La frase era asociada a un ícono, Marcelo Ríos, y su fuerza fue tanta que terminó en un comercial protagonizado por el propio tenista número uno del mundo en la década de los 90. Pero, de alguna forma, se extendía a una generación y su comportamiento político en los primeros años de la transición. La apatía de los jóvenes en los temas vinculados a lo público, y en particular en lo relacionado a la política y las votaciones, era un hecho de la causa. Y con el sistema que requería hasta 2009 una inscripción formal en los registros electorales para participar de los comicios, la brecha se acrecentaba.
Pero desde hace unos años esto viene cambiando. Los datos lo muestran, y lo más probable es que en unos meses más haya una nueva dimensión. La cantidad de votantes menores de 30 años en el plebiscito de octubre, según encuestas y análisis de las mesas electorales, subió de manera exponencial: su impacto puede haberse incrementado más que en cualquier otro comicio de la historia reciente.
“Más de la mitad de los jóvenes entre 18 y 30 años votaron en el plebiscito del 25 de octubre, 690 mil más que en la primera vuelta de 2017”, dice Cristóbal Huneeus, director de Data Science de Unholster, firma que realizó un análisis a nivel de mesas para calcular la participación en las elecciones recién pasadas, a falta de los datos oficiales que entrega el Servel, pero que no llegarán al menos hasta la primera parte del próximo año.
Si los números se confirman, sería una explosión. “La tasa de participación de los jóvenes fue casi la misma que la de los inscritos antiguos entre 50 a 70 años”, marca Huneeus, quien hizo el mismo ejercicio y con la misma metodología para las elecciones de 2017. Pero incluso si las magnitudes fueran algo distintas, la tendencia es inequívoca y ya viene de hace unos años.Una comparación: en las primeras elecciones bajo voto voluntario, las municipales de 2012, participó el 23,49% de la población menor de 30 años; en la primera vuelta de las presidenciales del año siguiente, la cifra se elevó a 32,67%, y cuatro años más tarde, en 2017, el porcentaje aumentó en casi cuatro puntos, hasta 36,64%.
Cada uno de estos aumentos, a su vez, hizo que el grupo fuera teniendo un mayor peso, hasta llegar al 18,54% de los sufragios emitidos -casi uno de cada cinco votos- en la primera vuelta de 2017.
El impulso de los hitos
¿Qué ha pasado para generar este cambio? Andrés Scherman, director del Magíster en Comunicación de la Universidad Diego Portales, donde desde hace una década realiza una encuesta anual a jóvenes de todo el país junto a la consultora Feedback, apunta a que hay hitos específicos que pueden ayudar a entender parte de lo ocurrido y en especial leer lo que puede ser una mayor participación en temas vinculados, por ejemplo, al proceso constituyente.
“Durante la última década, el interés en política y la participación -electoral y no institucional- de los jóvenes ha tenido un alza continua. Pero no ha sido una conducta permanente, ni que haya crecido de forma lineal”, apunta Scherman, destacando un par de momentos clave. “2011 (movimiento estudiantil) y 2019 (estallido) son los dos grandes hitos de ese aumento del compromiso con lo público y del cambio de preocupaciones. Un interés en la política que está hasta ahora está muy lejos de los partidos políticos y que sigue buscando cauces de expresión”.
Esto se nota en que los menores de 30 años que se declaran “muy interesados” en la política siempre están bajo el 20% de las menciones en los sondeos hechos desde 2009, salvo en 2011 y 2019, donde la cifra se dispara hasta superar el 30%. Pero además, la encuesta del año pasado muestra otra pista: por primera vez, la cantidad de jóvenes que declaró haber participado en una manifestación superó la barrera del 32% de las menciones. El salto fue enorme: el 60,6%, tres de cada cinco encuestados, dijeron haberlo hecho, en un período marcado por el estallido social.
La duda hacia adelante es si esto se seguirá traduciendo en los votos y qué motivos podrían explicar que haya diferencias entre zonas. En esto, Cristóbal Huneeus tiene una mirada vinculada al factor educacional, a partir de los datos de mesas del plebiscito: “Mirando la Región Metropolitana, este aumento fue mayor en comunas donde una mayor proporción de los jóvenes tiene sólo Educación Media. Esta es la revolución de participación de la Educación Media”, apunta.
Lo concreto es que las calculadoras deberán contemplar a este grupo, más imprevisible que otros en términos de participación, pero que se ha posicionado como un actor relevante y lejano al “no estoy ni ahí” que ya ni siquiera parece identificar a su propio ícono, Marcelo Ríos, quien viajó desde Miami para asistir a la votación del plebiscito.