Columna de Antonio Díaz-Araujo: Segunda vuelta, ¿el Brexit chileno?

 

Créditos: La Tercera

Tal como apuntó hace años la filósofa Ayn Rand: “Podemos evadir la realidad, pero no podemos evadir las consecuencias de evadir la realidad”. El próximo 19 de diciembre enfrentamos a una segunda vuelta, que será nuestra sexta convocatoria a las urnas en un año. Cada una de esas elecciones nos ha traído un sinfín de resultados y escenarios políticos, todos distintos, impredecibles y líquidos, incluso para los apasionados de los datos.

Parece hace tanto tiempo que vimos los resultados del plebiscito en el que votaron un 80% por el Apruebo de una nueva Constitución, el surgimiento de la Lista del Pueblo en las elecciones de convencionales, la elección de alcaldes y gobernadores con giros inesperados, unas primarias en la que gran parte esperaba a Joaquín Lavín y Daniel Jadue como ganadores.

Estas sorpresas en los resultados son algo a lo que no estamos acostumbrados, queramos o no, nos guste o no. Desde el retorno a la democracia las elecciones en Chile han tenido muy pocos sobresaltos. Esa no es nuestra realidad el día de hoy cara al balotaje.

De hecho, no queda claro que algún día volvamos a los años en que sabíamos en primera vuelta, quién ganaba en segunda. La clave para ambos candidatos parece ser volcarse al centro, dado que han llegado al techo de lo que cada una de sus posiciones parecen darles. Ese centro era predecible en el pasado, hoy no lo es y basta ver la dispersión de votos entre los candidatos de primera vuelta.

Desde la segunda vuelta entre Lagos vs Lavín que no estábamos acostumbrados a un ambiente tan expectante y de ansiedad colectiva. En ese entonces la primera vuelta los separaba por solamente 31.140 votos. En segunda vuelta esta subió a 187.589, con un aumento de participación.

Desde entonces hemos tenidos segundas vueltas predecibles. Seguir en el camino de evitar la realidad y no reconocer el cambio de opinión que tiene el electorado es un error y ha afectado los candidatos que pasan a segunda vuelta.

Si bien el Congreso electo limita en mucho la capacidad de ambos de hacer reformas estructurales que prometen, sigue con nosotros el fantasma de que 5 de cada 10 chilenos no vota. Vamos camino a un plebiscito de salida, cuya encuesta inicial es esta segunda vuelta. Si vota el votante antiguo y no se motiva al joven, el “Brexit Chilensis” se posiciona como un invitado que nadie quiere ver, esa es la realidad.