La convención juega al límite

 

Espero que recibas este boletín mientras estás de vacaciones en algún destino soñado y en completa desconexión de la realidad, salvo para leer este despacho semanal sobre la Convención Constitucional (concordarás conmigo en que el proceso constituyente es demasiado importante como para perderte una semana de trabajo).

En los últimos días la Convención ha estado en el ojo del huracán por varias razones: se han aprobado en general al menos tres normas polémicas respecto a medio ambiente y sistema económico, renunció la directora de Comunicaciones y siguen los coletazos de la definición de régimen político (presidencial con Congreso unicameral). En fin, fue una semana compleja.

Vamos por parte, ¿qué pasó con el sistema económico?

Antes que todo, debes saber que la comisión a cargo de este tema es la de Medio Ambiente, Derechos de la Naturaleza, Bienes Naturales Comunes y Modelo Económico. Esta semana se aprobaron ahí en general (es decir, aún falta la votación en particular antes de que se envíe su resultado al pleno) al menos tres iniciativas que generaron controversia debido a su carácter extremadamente estatista y a que contemplan disposiciones transitorias –no quedan para siempre en la Constitución, sino que operan en el periodo de transición– que son consideradas expropiatorias.

La primera es un estatuto constitucional para bienes naturales calificados como estratégicos, entre los que se incluyen minerales como el cobre y el litio, así como también los hidrocarburos. Entrega al Estado “el dominio absoluto, exclusivo, excluyente, inalienable e imprescriptible de todos los bienes estratégicos” y nacionaliza todas las empresas que actualmente explotan estos minerales, dejando la gestión en manos de empresas estatales. El artículo transitorio que establece la nacionalización de las mineras se aprobó con 11 votos a favor y 8 en contra. Mientras en el primer grupo estuvieron los escaños reservados, Coordinadora Plurinacional (CP), Pueblo Constituyente (PuCo), Movimientos Sociales Constituyentes (MSC) y el Partido Comunista (PC), entre quienes rechazaron se cuentan convencionales socialistas, de Independientes No Neutrales (INN) y de los distintos colectivos de derecha.

La iniciativa impulsada por la convencional Ivanna Olivares (PuCo) tiene una clara inspiración en la nacionalización del Cobre hecha por Salvador Allende en 1971, que en ese momento tuvo el apoyo de todo el Congreso.

Algo que me llamó la atención es que la convencional Olivares presentó la iniciativa en la comisión acompañada por Pablo Sepúlveda Allende, nieto del ex Presidente Allende, quien fue candidato a convencional (y perdió) y aboga por la renacionalización de la minería.

No fue el único activista en exponer sobre una iniciativa presentada por convencionales, pues más tarde fue el turno de Lucía Sepúlveda, vocera de la plataforma “Chile mejor sin TPP”, quien presentó una norma patrocinada por convencionales de distintos colectivos de izquierda, sobre tratados de libre comercio. Este caso es particularmente curioso, porque Lucía Sepúlveda presentó una iniciativa popular de norma exactamente igual a la de los constituyentes y consiguió las 15 mil firmas para ser debatida. Te lo comento porque el activismo juega un rol importante en esta comisión, algo que no pasa en otras. Tampoco es común que se entregue la voz de las iniciativas a grupos de interés. ¿Te imaginas que la derecha llevara a Juan Sutil a exponer una norma? Yo tampoco.

¿Qué pasó con los tratados de libre comercio?

Bajo la premisa de que los tratados de libre comercio son la base del modelo neoliberal, la norma aprobada en general prohíbe todos los acuerdos comerciales que limiten la soberanía chilena (diría que todos los tratados la limitan de alguna forma). Un artículo transitorio establece la revisión, denuncia o retiro de cualquier tratado que infrinja estas normas, además del retiro del CIADI, el tribunal internacional que zanja controversias comerciales. Esto fue aprobado por 10 votos a favor, 8 en contra y 1 abstención, con más o menos las mismas fuerzas que la iniciativa anterior.

¿Más artículos transitorios en esta línea?

Sí, otra norma aprobada en general es la que establece el estatuto del agua. Es un tema sensible en la Convención y hasta la derecha se ha abierto a debatir reglas que aseguren el consumo humano, regulen mejor la asignación de este recurso y protejan los ecosistemas. Este estatuto va bastante más allá. Termina con el mercado del agua y prohíbe lo que se define como “apropiación privada”, aunque permite licencias temporales para usos específicos. Además, entrega a las comunidades y pueblos originarios injerencia en las decisiones sobre las asignaciones.

En su articulado transitorio, se caducan todos los derechos de agua entregados bajo el Código de 1981 (que se acaba de reformar), con indemnizaciones sólo en casos excepcionales y siempre que no hayan sido utilizados por mineras, sanitarias, forestales o industrias. La votación fue de 11 a favor, 6 en contra y 2 abstenciones.

¿Pueden estas normas llegar a la Constitución?

Ya sabes que no tengo una bola de cristal, pero sí puedo darte un par de datos relevantes. Primero, que para aprobar estas propuestas en el pleno se requiere de dos tercios de los votos, apoyo que, al menos en sus artículos más controversiales, ninguna de estas iniciativas tuvo en la comisión.

Además, recordé un análisis hecho en octubre pasado por la empresa Unholster y publicado por La Tercera. Usando la técnica nominate score, se calculó la posición ideológica de los integrantes de todas las comisiones de la Convención a partir de sus votaciones previas. El resultado mostró que esta comisión, la de Medio Ambiente, era la que tenía una mayor tendencia hacia la izquierda.

Ajá. Ahora cuéntame de la renuncia

La renunciada es la periodista Lorena Penjean. Quizá no lo sabías, pero la Convención la contrató en noviembre pasado para asumir la Dirección de Comunicaciones, con el desafío de enfrentar uno de los mayores déficit del trabajo constituyente y con un presupuesto limitado. Su labor se notó bastante rápido: la CC contrató más periodistas, aumentaron las publicaciones en la web oficial, se intensificó el uso de redes sociales y mejoró la relación con la prensa.

¿Por qué renunció?

Ella mandó una carta a la mesa acusando falta de cohesión y de voluntad para llevar a cabo un plan comunicacional. Responsabilizó directamente a la presidente María Elisa Quinteros y a los convencionales en general, advirtiendo que si no se comunica bien el proceso, el plebiscito de salida está en riesgo.

Desde entonces han circulado varios rumores sobre su salida, de los que no me haré cargo. Sí es claro que la relación con la directiva, y en particular con la presidenta, era difícil. Aunque Quinteros subrayó el jueves que esta no es una crisis y que la renuncia fue voluntaria, varias personas me comentaron que ella tampoco estaba satisfecha con la gestión de Penjean.

Más allá del problema en particular, la renuncia de la periodista pone a la Convención en un trance difícil. No es habitual que las personas que ocupan cargos de los que depende en parte la imagen institucional se vayan realizando críticas públicas (es casi un código no escrito) y la Convención necesita con urgencia que su trabajo y mensajes se difundan entre la ciudadanía. En momentos en que se empiezan a votar las normas y cuando quedan apenas cuatro meses por delante, es urgente que alguien se haga cargo.

Falta que me cuentes sobre el sistema político

Cierto. La semana pasada quedamos en que se había aprobado en general un sistema presidencial con Congreso unicameral. En principio hoy era el último día para presentar indicaciones y se suponía que esta sería una semana de intensas negociaciones para llegar a acuerdos. Finalmente, por el volumen de normas presentadas por los convencionales (alrededor de 900), la alta participación de la ciudadanía (casi un millón de personas apoyó iniciativas populares de norma) y de pueblos originarios, debió ampliarse el plazo para indicaciones hasta mediados de la próxima semana y retrasarse el inicio de la votación en particular.

Aunque hubo bastantes negociaciones, éstas no fueron ni tan amplias ni tan productivas como se esperaba. De partida, se excluyó a la derecha, que había sido clave para aprobar el modelo presidencialista impulsado por los comunistas. El resto de los convencionales de centro e izquierda sí trabajaron en conjunto. Un grupo amplio concordó una indicación sobre formación de la ley, un punto muy importante y sobre el que había quedado un vacío tras la primera votación. Sin embargo, este acuerdo generó cierta confusión sobre la eventual consolidación del unicameralismo, que originalmente se aprobó por la votación mínima y que ha generado críticas entre expertos de todos los sectores.

¿Habrá o no habrá Congreso unicameral?

Es muy pronto para saberlo. La confusión que te menciono se produjo porque la indicación sobre forma de ley está diseñada específicamente para un Congreso unicameral, ya que no se menciona una segunda cámara en el trámite legislativo. El texto lleva la firma de 15 convencionales, dos más que los que aprobaron el unicameralismo: Guillermo Namor y Patricia Politzer, de INN. (El Colectivo Socialista no se sumó al acuerdo).

Hubo quienes interpretaron que eso significaba que ya no apoyaban un sistema bicameral asimétrico y que ya estaba todo zanjado. “Nosotros entendimos que esto no especificaba la estructura del Congreso”, me explicó Politzer, quien me aseguró que aún apoyan una Cámara de Diputados con una cámara territorial. Confían en que el texto puede ajustarse con nuevas indicaciones que lo hagan coherente con el bicameralismo.

Así las cosas, aunque acordaron una iniciativa sobre forma de la ley, bicameralistas y unicameralistas se mantienen en sus posiciones, sin que haya negociaciones sustantivas para que alguien ceda. Desde la izquierda de la comisión me comentaron que ellos están conformes con lo aprobado y que sólo preparan indicaciones que fortalezcan sus enfoques, mejorando la articulación del sistema político y permitiendo mayor participación territorial.

Se aleja así la posibilidad de que la norma salga de la comisión con el apoyo de dos tercios de sus integrantes y se complica también su aprobación en el pleno. De hecho, hay quienes ya asumen que esta, entre muchas otras votaciones, se perderá en el pleno y volverá a la comisión para reiniciar su tramitación. Esto podría ser un trámite más, si no fuese porque la CC trabaja literalmente contra el tiempo.