Columna de Antonio Díaz Araujo: La búsqueda de los 52: inexperiencia, ego y falta de perspectiva real
Llevamos meses de trabajo convencional; meses en los cuales la discusión del reglamento, la definición de los mecanismos de participación y la presentación de iniciativas y audiencias dominó el espectro de la agenda nacional. Ahora que llegamos al meollo que son las normas, hay conciencia de parte de los constituyentes de que hay un desbalance en tiempos y probablemente de expectativas. Queda poco más de un mes y los roces se han hecho evidentes; en particular en la votación del informe de Sistema Político, se evidencia diferencias importantes entre sectores del espectro político.
Si observamos los resultados de las votaciones actuales, la tasa de aprobación de artículos en el Pleno ha bajado considerablemente. Los informes iniciales tenían tasas de aprobación cercanas al 80% y ahora figuran en sólo cercanas al 5%. Parece obvio, pero hay que decirlo: Para tener una Constitución hay que aprobar artículos, no todos, pero sí un conjunto mínimo. La incógnita de fondo es: Los informes ya votados tardaron meses de trabajo en las comisiones de Medio Ambiente y Sistema Político, ¿cómo van a conseguir un acuerdo que pase el Pleno en semanas o días?
Me gustaría mirar la Convención desde los datos: quiénes son sus integrantes; qué experiencia política tienen y lo que parece fundamental en este momento: qué efecto generaría contar con 52 personas que se pongan de acuerdo para bloquear propuestas sinsentido que desdibujan el objetivo de llegar a una propuesta de Carta Magna moderna y lúcida, que interprete a la mayoría de los chilenos.
La inexperiencia puede ser consecuencia de las reglas de los comicios, que fue lo más cercano a una elección aleatoria (del padrón de votantes) desde mi punto de vista. El formato de la Convención es una primicia en nuestra historia (incluyó independientes, paridad, escaños reservados) y abre una puerta de análisis más profundo a este formato de elección, sobre todo por que al mirarlo desde el visor del plebiscito de entrada, no se repite la tendencia del 80/20 o la composición de las cámaras del Congreso. Reglas diferentes producen resultados distintos. Eso es indiscutible, pero al parecer, resultados diversos tampoco evitan o nos sacan de la crisis política en la que estamos sumergidos.
La falta de experiencia de una parte importante de los constituyentes juega un rol en esto, tanto en las votaciones como mediáticamente. Como no recordar las declaraciones de un miembro de la comisión de Medio Ambiente que puso como ejemplo a seguir el auto eléctrico boliviano y añadió que la siguiente acción sería ir por la “Minera Escondida”. Muchos medios lo interpretaron como cosa juzgada. ¿El resultado en la votación? Sólo dos normas de esta instancia fueron aprobadas, pero el revuelo mediático fue total y el descrédito, difícil de mitigar.
Lo mismo con la comisión de Sistema Político, que en algunos casos genera explosivas declaraciones, pero al momento de llegar al Pleno se rechaza casi todo y con normas sacando cero votos o menos de los logrados en el trabajo previo de las comisiones. ¿Acaso eso no es muestra de inexperiencia, ego y una falta total de perspectiva de lo que se puede o no lograr en el Pleno?
Si vamos a esperar que gran parte de los convencionales aprendan cómo funciona la política, puede que nos quedemos cortos con una extensión de 3 meses. Esta forma de negociar no genera un camino de aprobación, los números lo dicen, no yo. Podrán decir los entendidos que ésta es la democracia en vivo y en directo, pero en las transmisiones en vivo por lo menos hay un guión a seguir, aquí el factor sorpresa es el que sobresale en muchos casos.
Los convencionales son de carne y hueso; con vidas, familias, quiebres, un gran mayoría de ellos desconocidos antes de este proceso; abrumados por la cantidad de trabajo y el tsunami de contenido que procesar y las condiciones limitadas de operación. Pero la falta de liderazgo no aporta al sentido mesiánico y purista de darles total libertad y carta blanca; no se puede opinar o criticar lo que hacen porque la funa en redes sociales o la cancelación cae sobre quien se atreve a disentir o dar una opinión experta. Sólo basta leer las advertencias emitidas por la Comisión Venecia sobre este proceso: puede o no ser válida para muchos, pero es una opinión experta igual.
El punto es que se está construyendo un documento donde todos debemos estar representados, ¿cómo lograr eso sin crítica? Las elecciones del Parlamento y los sondeos de opinión pública han sido categóricos con la Convención: El país no es de extrema izquierda ni de extrema derecha. No es 100% libre mercado ni 100% socialista. No es blanco y negro, hay matices y en eso no hay comodines que dejen pasar cualquier cosa. No pasemos por alto que su evaluación sigue bajando en el tiempo.
Vuelvo para terminar a las comisiones de Medio Ambiente y Sistema Político: llegar con propuestas que no pasen el Pleno es un mal favor a la Convención, pero de seguro alimenta el ego de varios y la soberbia es el peor enemigo de los acuerdos, de hecho atentan contra el mismo origen de la palabra. Una posible vía de terminar con la falta de consensos es a través de un grupo de 52 convencionales que transparenten abiertamente los puntos dispuestos a aprobar y sobre los que rechazarán. 52 personas que apuesten por dejar egos de lado y privilegiar construir un documento que pase el pleno. Ese grupo no existe hoy, en todo lo rechazado a la fecha es muy variable los que votan en contra, pero puede ser un camino que apure el ritmo y separe la paja del trigo. Este 1/3 no tiene por qué ser fijo; ni de izquierda o derecha, pero puede establecerse como una barrera básica para mejorar la consistencia de lo que se presenta y las posibilidades de entrar al Pleno sin el timbre de fracaso y la vergüenza.
La Convención tiene duración fija para lograr un texto que llegue al plebiscito de salida. La búsqueda de estos 52 no sólo es clave, sino que pienso que es fundamental para el éxito en la votación de salida. No creo que el rechazo sea el camino, pero como dijo Napoleón: “Nunca interrumpas a tu enemigo mientras está cometiendo un error”. He llegado a la conclusión de que los principales enemigos de este proceso pueden ser ego, inexperiencia y falta de perspectiva. Algo de lo cual todos pecamos, pero que hoy en el ex Congreso de Santiago es primordial aprender de estas experiencias y hacer la autocrítica para lograr terminar la labor.