¿Está Alemania de vuelta?

 

Por: Cristóbal Huneeus, director de Data Science de Unholster

En las elecciones federales del 23 de febrero en Alemania, el partido de extrema derecha AfD se convirtió en la segunda fuerza, duplicando su votación al 20,8%, un resultado inédito desde 1949. Sin embargo, el gran ganador fue el bloque conservador CDU/CSU, liderado por Friedrich Merz, que se impuso con un 28,5%, muy por delante del SPD, que solo alcanzó el 16,4%.

En marzo, Merz declaró que “Alemania está de vuelta”. ¿A qué se refería? A un ambicioso plan: modificar la Constitución, incluso antes de asumir como Canciller, para permitir mayor endeudamiento del Estado. ¿Los objetivos? Más gasto en infraestructura y defensa. Este último punto marcó un giro radical en la política alemana, que por décadas mantuvo una postura contenida en temas militares. Además, propuso un gobierno de Gran Coalición con el SPD.

El cambio responde al nuevo contexto geopolítico: la redefinición del rol de EE.UU. en Europa, la guerra en Ucrania y el acercamiento de sectores europeos a Rusia. Para aprobar la reforma antes del 25 de marzo —cuando cambiaría la composición del Parlamento y sería imposible modificar la Constitución—, Merz contó con el apoyo del SPD y negoció con los Verdes, inicialmente reacios.

¿Pero basta esto para decir que “Alemania está de vuelta”? En política, sin duda. Como dijo un analista francés, Merz logró en tres semanas más que el Canciller Scholz en cuatro años. Mostró liderazgo en una coyuntura compleja.

Pero, ¿y la economía? Eso está por verse.

Alemania necesita volver a crecer. Entre 2010 y 2023, su crecimiento per cápita anual fue de apenas 0,8%, la mitad de EE.UU. (1,7%). En Kaputt, Wolfgang Münchau sostiene que esta debilidad se debe a problemas estructurales arrastrados por décadas. Algunos estaban enmascarados por la energía barata de Rusia, que ya no existe. El país casi no tiene una industria tecnológica comparable con Apple o Microsoft, su sistema financiero carece de un ecosistema sólido de venture capital y llegó tarde a la revolución de los autos eléctricos, creyendo que era una moda pasajera.

El mayor gasto en infraestructura y defensa puede impulsar la economía en el corto plazo. Pero si Alemania quiere realmente volver, necesita una transformación profunda: desde su sistema financiero hasta su cultura digital. Muchos cambios son también culturales; hasta 2020, la mayoría de los colegios alemanes no tenía internet, pues se pensaba que no aportaba valor a la educación.

¿Y Chile? Enfrenta desafíos similares. Necesita crecer más, diversificar su economía y fortalecer su industria de venture capital para impulsar el sector tecnológico. También puede aprender de cómo, en Alemania, se actuó con decisión tras un resultado electoral para impulsar reformas estructurales. En un año de elecciones presidenciales y parlamentarias, la lección alemana no es menor.

 
El MercurioAlicia Hamilton