Enade y el Elefante en la Cristalería. Columna de Antonio Díaz-Araujo
Este jueves asistí a Enade y me sorprendió particularmente la notoria falta de visión, tanto del empresariado como del gobierno, respecto al impacto de la inteligencia artificial en el crecimiento económico, la seguridad y la formación de capital humano. Un proverbio japonés encapsula perfectamente mi percepción: “Visión sin acción es un sueño diurno. Acción sin visión es una pesadilla”.
Es posible que aquellos de nosotros, inmersos en la implementación práctica de la inteligencia artificial, notemos este “elefante en la cristalería”, mientras otros parecen ignorar el ruido del cristal rompiéndose. O quizás, quienes estamos en la vanguardia tecnológica, estamos sesgados, por un error de paralaje o de un exceso de confianza, creyendo que nuestras visiones del futuro son inevitables.
Históricamente, la importancia de comprender la tecnología y saber programar ha sido una constante. Sin embargo, hoy es más imprescindible y urgente que nunca. Recientemente, se ha sumado la necesidad de dominar datos y modelos como paradigmas esenciales en cualquier carrera profesional, tanto en ingeniería como en otros campos. No obstante, la aparición de GPT-3.5 y sus sucesores están desafiando estos paradigmas, cuestionando la creciente demanda y los costos asociados al talento en ciencia de datos.
En la competencia entre gigantes tecnológicos como Google, Facebook, Tesla, OpenAI, Microsoft y posiblemente Amazon, el verdadero valor residirá en un capital humano que integre experiencia laboral, creatividad y habilidades para resolver problemas complejos (exactamente el tipo de talento que escasea en Chile). De acuerdo con el índice de inteligencia artificial de la Universidad de Stanford, desde 2012 China ha acumulado el 61% de las patentes otorgadas, seguida por EE.UU. con el 21% y Europa con un 2%, mientras que el resto del mundo cuenta solo con un 16%.
Chile se destaca como una potencia geológica en la minería y como un actor significativo en las industrias forestal y frutícola. ¿Qué necesitamos hacer para convertirnos en un actor relevante en cada una de estas industrias mediante el uso de inteligencia artificial? Esta cuestión plantea cómo deberíamos utilizar, por ejemplo, los royalties mineros. Estas interrogantes requieren, como mínimo, una definición clara de objetivos.
¿Cuál es la visión para atraer talento chileno o latinoamericano que trabaje con el elefante en la sala? Hasta ahora, este tema claramente no forma parte del discurso estratégico de ninguna de las partes involucradas. Y el reloj sigue tictaqueando.