Antonio Díaz-Araujo: La frustración de no poder usar los datos para salvar vidas
Hace falta una ley corta que permita la colaboración mancomunada entre el sector público y el privado, que garantice privacidad, anonimización, defina quiénes pueden usar esos datos y cómo se destruyen post pandemia. Pero el momento de trabajar en esa ley corta es ahora, no en dos semanas más o cuando enfrentemos o extendamos el actual confinamiento.
Los últimos meses han sido intensos y duros. Pero en particular para quienes han perdido a sus seres queridos; para el personal sanitario que está en la primera línea; para quienes cubren la cadena de abastecimiento; para los enfermos que llevan tiempo en lista de espera y ven nuevamente postergar una cirugía médica… a lo que se agrega la tragedia de quienes se van sumando a los índices de cesantía, violencia intrafamiliar y quiebra de sus negocios.
Entendiendo que todo el sector público y privado está en modo pandemia, no deja de ser frustrante que en el mundo digitalizado en el que nos desenvolvemos y en el contexto del orden que caracteriza a Chile, no podamos usar los datos con los que cuenta el Estado sobre cada uno de nosotros para salvar vidas. Las cuarentenas dinámicas sin trazabilidad posterior iban a fallar, muchos lo pronosticaron.
Esperemos que el anuncio que dio el Presidente el domingo pasado de entregar más datos, con mayor detalle, se traduzca en abrir las puertas a un nivel de orquestación digital de la trazabilidad que nos permita avanzar en la gestión de la pandemia. Cada día que nos atrasamos es un día más de cuarentena o del factor exponencial que puede tener el virus.
Esfuerzo individuales de una o muchas empresas no sirven si no están coordinados por la batuta del Minsal. Hace falta una ley corta que permita la colaboración mancomunada entre el sector público y el privado, que garantice privacidad, anonimato, defina quiénes pueden usar esos datos y cómo se destruyen post pandemia. Pero el momento de trabajar en esa ley corta es ahora, no en dos semanas más o cuando enfrentemos o extendamos el actual confinamiento.
Aquí está el gran desafío, funcionar como una orquesta, puede ser pequeña y sin todos los instrumentos, pero claramente será mejor la sinfonía con un director a cargo. Esta batalla tiene que tener un líder que guíe a quienes trabajamos y queremos aportar desde el mundo de los datos, ciencia, modelos y optimización. Para ello, los datos deben ser públicos/restringidos, con foco en la calidad y dejar de lado los egos entre los defensores de la privacidad, los teóricos y las agendas políticas personales.
Hasta ahora, el panorama es que todos tienen su ruta, excepto ceder y buscar una visión país.
Este duro panorama deja expuesto que todas estas cuarentenas no sirven de nada sin un mapa de calidad de datos y sin un mecanismo de gestión de la pandemia que involucre a todos. Y sin ello, no se puede gestionar, solo tenemos opinología y medidas macro que postergan lo inevitable, más cuarentenas.
La gran disyuntiva es tomar el timón para enfrentar la tormenta perfecta o tirarnos por la borda. Las decisiones que se tomen hoy es cómo nos juzgará la historia a quienes somos parte de esta tripulación: funcionarios públicos, sector privado, líderes empresariales, emprendedores y políticos.
El Presidente fue muy claro, ningún país tenía un guion para enfrentar esta debacle. Con la experiencia extranjera en la mano, algo más que estas cuarentenas masivas podremos hacer con el capital humano y el orden que hemos construido por décadas.
Es el momento de escribir el guion chileno, con urgencia, porque como lo aseguró Sebastian Piñera, la victoria contra el coronavirus no se logrará por arte de magia.